En este segundo bodoque narrativo, nuestro animal tropical, nuestro héroe cumbiantero de la noche de los colores flúos y avinagrados, regresa al Bronco y en una velada inolvidable de grupos cumbia conoce a un paraguayito muy especial, y entre cerveza, música y chicas cumbianteras viven un montón de aventuras en las cuales el amor, la libertad y el atrevimiento no tienen barreras y rompen con todo. ¡A excitarse, divertirse y emocionarse con esta segunda entrega de nuestro Pollock cumbiantero! ¡Alegría, pollo y cerveza para todos!image
Paraguayito de mi corazón
imageBienvenidos a otra noche de mi vida, entren, entren, les presento, a Piratagui, El Pirata del Amor, mi amigazo de toda la vida, mi brodercito, mi compañero, ahí rodeado de chichis cumbianteras en esa mesita del medio del bar La Cubana, O´Brian 156, al lado del Bronco, estamos esperando que sea la hora, que Dios nos envie por encomienda dos tickis bailanteras y con ganas de agitar el bote. Bajándonos unas birras frías y poniendo en la fonola el último de de Los Dados Negros. Lo veo con su camisa a rayas de colores bordó, azul, blanco y amarillos, los colores del amor, en el diome de un nubarrón espeso de humo de cigarrillo, un nubarrón que
imagevuelve oscuros las caras y los culos de las tickis que bailan al lado de las mesas. ¡Eh, kuerá querido, venga pacá amigazo, que te presento a dos amigas fieles!, me grita desde su mesa y levanta las manos llamandome. ¡Curepí, curepí, acerquese, que tengo dos bombonachos pa llevarlos a la boca y las tickis le golpean la espalda, chirlos, chirlos consentidos del amor… Mi amigo, conoce a todos los grupos cumbia que tocan en el Bronco de Constitución. Mirá que tenés suerte curepí, ahorita estamos esperando la Kombi de Mirar Azul que toca esta noche, los muchachos se van a tomar unas copas con nosotros. Venite no seas tímido que estás con hermanos del Paraguay. Me acerco entre chicas bailanteando y borrachos mirandolas invitandolas a bailar y todas la misma respuesta. NO NO y NO. NO llego a la mesa que ya escucho desde la cortada unos bocinazos de Kombi. me doy vuelta y si, son los del grupo Mirar Azul. ¡Pira del Amor, Pira del Amor!, veni arrimate, se abre la puerta de la kombi y lo llaman, las dos tickis que estan con él pasan frente a mí sin mirarme siquiera y se suben a la kombi que al segundo raja para el garage privado de la bailanta. Me dejan solo, pagando sin pena ni gloria. En un segundo, la mesa se despejó y el Pirata se evaporó con las tres tickis. ¡Que le vamo a sé!, me siento solo en la mesita mientras alrededor bailan lindas paraguayas parlando guaraní. Yo las miro con amor y miro la rocola, oigo las letras de la cumbia y me entristezco. Imposible no deprimirse con las letras de las cumbias. ¿Por qué Pirata del Amor? ¿No les conté? Perdón, perdón. Le arrancaron un ojo de un botellazo en una gresca por unas guianas de acá del baile, se peleó con media patota, cuatro cinco y a todos les dio hasta que lo ensartaron de un botellazo. Esa madrugada en la agarrona se gano el respeto de todos. Fue el unico que perdió un ojo por amor. Una noche apareció con el parche y en el Bronco todas quieren bailar con él y se embambina a la que quiere. ¡Es mi amigo, mi hermano, mi compañero, el Pirata del Amor! Pensando en estas cumbias de mierda me acuerdo que tengo que entrar en la bailanta, miro pa fuera y ya hay una cola de una cuadra. ¡ESta noche la cumbia revienta, explota, toca Mirar Azul! Me desespero porque puedo quedar arafue por la capacidad de la bailanta que siempre se estira y resiste, tres cuatro, cinco veces mas, pero esta vez van a ser unas doce treces veces mas. ¿Qué hago? ¡Ha!, ya sé, corro hacia la callecita Ventura, detrás de la bailanta por la puerta de salida de los grupos. Poca gente sabe que ahí hay una salida auxiliar. Corro, corro y doy la vuelta y veo las luces de la kombi de Mirar Azul, justo enfrente mío, corro y grito, Pirata del Amor, haceme entrar con ustedes. La Kombi para y abre su puerta, silencio, corro y salto adentro. Entro y veo a las lecheras (así se les dice a las seguidoras de grupo que por noche acompañan al grupo en toda su gira por recitales del gran Buenos Aires) Y las lecheras haciendo su trabajo, prendidas a la modorranga de los músicos, super mamando a morir. Leche en los asientos, en las puertas, deslizandose por los vidrios polarizados de las ventanillas de la Kombi. Hasta que llegamos y abre la puerta el productor de la banda. Las echa y dice vamos, vamos que hay que tocar… Yo también bajo y me pier