Eloísa Cartonera es un proyecto artístico, social y comunitario sin fines de lucro. Una cartonería, llamada No hay cuchillo sin Rosas, es su sede, donde cartoneros cruzan ideas con artistas y escritores.
Eloísa Cartonera busca inventar una estética propia, desprejuiciada de los orígenes de cada participante, intentando provocar un mutuo aprendizaje, estimulada por la creatividad.
Una de las formas de concretar estos anhelos, fue la creación de una editorial especial: se editan libros con tapas de cartón comprado a cartoneros en la vía pública, pintados a mano por chicos que dejan de ser cartoneros cuando trabajan en el proyecto. Se publica material inédito, border y de vanguardia, de Argentina, Chile, México, Costa Rica, Uruguay, Brasil, Perú: es premisa editorial difundir a autores latinoamericanos.
El cartón se compra a $1,50 el kilo, cuando habitualmente se paga $0,30. Y por la realización, los chicos cobran $3 la hora de trabajo. El proyecto pretende generar mano de obra genuina, sustentada en la venta de libros. No posee financiación de ningún otro tipo.
En la cartonería además se han hecho muestras de arte, expusieron Alberto Franco, Daniel Joglar y Miguel Mitlag.


David, Daniel y Alberto Ramos, Gastón y Augusto, pintan y encuadernan los libros, cortan cartón, piropean a las chicas y ponen cumbia a todo volumen.
Javier Barilaro, artista plástico, mide, corta y usa la regla, dibuja letras y chicas, ordena la belleza de las ideas.
Fernanda Laguna, artista plástica, escritora, madrina, madre, gestiona, obtiene, pide, da, y acoge.
Wáshington Cucurto, inspirador, poeta, editor, vendedor callejero de primera línea, obsesivo, fatalista, reta, arenga, tiene grandes ideas, las realiza.
Grandes recolectores urbanos, cartonean y seleccionan el mejor cartón de la ciudad.
Pablo Martín traduce a lenguaje internético.
Tomás Colombo, alias Alboroto, registra en video.
Los autores de los libros, ceden afectuosamente sus obras para ser publicadas, invitan cerveza a los chicos, algunos se copan pintando con ellos, otros traen facturas, todos a su manera aportan.
Clara Domini, artista plástica y piquetera.
Alberto Franco, artista plástico, logró volvernos locos con sus enseñanzas espirituales.
Christopher Pimiento Zúñiga, hace lo que los demás no quieren, y duerme en los ratos libres.
Victoria Ojeda fue galerista y bardera.
Y tantos más que colaboran en todo sentido. Positivo y negativo.




Funciona en un local en Brandsen 647, La Boca. Allí se hacen los libros y muestras de arte.
Desde agosto del 2003 con la apertura del local, inauguró con una muestra de Alberto Franco, un artista callejero.